Calatañazor es un cofre de sorpresas, cada calle, casa o espacio guarda algo singular que puede o no llamar nuestra atención. En el muro de la actual entrada a la iglesia, a 15 metros sobre sobre la puerta, encajada en la pared tenemos una escultura, «el bicho» .
No sabemos cuanto tiempo lleva allí ni de dónde procede, era frecuente en las iglesias medievales «decorar los muros con piezas y objetos decorativos procedentes de otras iglesias o edificios arruinados, en esta también hay piezas de otra iglesia románica desaparecida, por eso, a muchas personas no les resulta extraño ver esta figura, poco llamativa a semejante altura. Su inaccesible ubicación hacen imposible poderla observar con detalle y al visitante la vista le dirige a la armónica portada románica de la iglesia primitiva enmarcada por el alfiz y el adorno añadido de los arcos polilobulados ambos de influencia musulmana, otras rarezas de esta iglesia.
La misma dificultad de observación motiva que las respuestas de gentes informadas se inclinen a considerar que la pieza es una gárgola colocada en ese inadecuado lugar. Decir que ni la forma, ni la postura, ni la base sobre la que se asientan las patas, ni la propia existencia de estas, ni la ausencia de conducto para el agua apoyan ese supuesto sirve de nada. Al no poder acerecarnos la solución al asunto queda aplazado. Desde que se arregló el tejado, no ha habido oportunidad de subir a su altura y hacer comprobaciones pero la visión aumentada de prismáticos y fotografías llevan a pensar que el porte de la figura, las dimensiones y el diseño corresponden a una obra ajena a la iglesia, semejante a las esculturas ibéricas y en absoluto a una gárgola reciclada.
Entiendo que para un especialista resulta complicado aceptar que en Calatañazor, territorio arévaco, pueda encontrarse una obra de este tipo, tan alejada de los focos culturales productores de «bichas» ibéricas o verracos vetones pero este es un lugar singular y en la plaza tenemos la copa de una palmera de hace doce millones de años y la base de la ventana de la escuela era un sarcófago románico, hoy en el Museo Arqueológicvo Nacional.
Hasta el pasado sábado, día 30 de mayo, no hemos tenido acceso a una foto frontal y con detalle de la escultura. Como resultado desaparece totalmente la hipótesis de la gárgola y gana tereno la de la escultura antigua de influencia ibérica. La escultura es una escultura sólida y sin huco interior, tiene profundidad dentro del muro y todo parece indicar que es un animal completo del que sólo se ve la parte delantera. Calatañazor puede tener otra valiosa joya.
Lo siguinete es subir hasta la estatua para hacer observaciones detalladas y pensar en retirarla del muro donde lleva cientos de años sufriendo la acción erosiva de lluvias , vientos, hielos y calores.
Bienvenido el «Bicho de Calatañazor».
José Antonio Gonzalo